Si se necesita
dirigir algunas películas del 007, para alcanzar ese nivel de técnica ante la
cámara, entonces necesitan ponerlo como requisito dentro de la escuela. Con 1917, Sam Mendes logra entregar una película de guerra impresionante,
comparable con lo que hizo Christopher
Nolan en Dunkerque o Steven Spielberg en Salvado al soldado Ryan; es decir a la altura de las nominaciones y
premios que recibe.
La clara
diferencia, es que esta película tiene lugar en la primera guerra mundial, pero
guerra al final del día, y es así como entre luz y sombra, Mendes juega con la
premisa del tiempo, ante una tarea que parece imposible de lograr para dos
jóvenes soldados, la misión: salvar a por lo menos 1600 hombres de una muerte
segura ante los alemanes.
La música y el
juego de la luz acompañan a la cámara en contar la historia, que en conjunto
con planos de secuencia perfectamente ejecutados, dejan al espectador sin
palabras ante lo que se vuelve un tributo para el abuelo del director.
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